sábado, 1 de febrero de 2014

Matrimonio






LAS CAUSAS

La rutina. El trabajo, los niños, los suegros... Poco a
poco, la rutina puede quitarle el encanto al matrimonio.
También los problemas inesperados —como un revés
económico o una enfermedad crónica en la familia—
pueden someterlo a presión.

Diferencias “irreconciliables”. Durante el noviazgo suelen
pasarse por alto las diferencias de pareja. Pero después
de la boda, el esposo y la esposa descubren lo
diferentes que son para comunicarse, administrar el dinero,
resolver los problemas, etc. Las diferencias que
antes no tenían importancia ahora son insoportables.
Distanciamiento emocional. La acumulación de palabras
y acciones desconsideradas y de conflictos sin
resolver hace que alguno de los dos se encierre o, peor
aún, empiece a formar vínculos emocionales con otra
persona.

Expectativas poco realistas. Algunos se casan pensando
que han encontrado a su alma gemela. Aunque esta
idea suena muy romántica, puede llevar al desastre.
En cuanto surjan problemas, el mito de la persona perfecta
se derrumbará, y los cónyuges se quedarán

LO QUE PUEDEN HACER

Concéntrense en las cualidades del otro. Escriban una
lista con tres cualidades de su cónyuge en algo que
siempre lleven encima —tal vez en una foto de boda o
en su teléfono— y léanla con frecuencia. Así recordarán
por qué se casaron. Concentrarse en las cualidades del
otro les ayudará a mantener la paz y hacer a un lado las
diferencias. (Principio bíblico: Romanos 14:19.)

Hagan algo especial juntos. ¿Verdad que cuando eran
novios procuraban hacer cosas juntos? Era algo nuevo y
emocionante, y nunca lo dejaban a la casualidad. ¿Por
qué no hacen algo parecido ahora? Dedíquense tiempo,
planeen actividades especiales, como cuando eran novios.
Así sus lazos se irán haciendo más estrechos y podrán
enfrentarse mejor a los problemas inesperados de
la vida. (Principio bíblico: Proverbios 5:18.)

Expresen sus sentimientos. Si uno de los dos hizo o
dijo algo que hirió al otro, ¿podría pasarse por alto?
Si no, eviten usar tácticas como dejar de hablarse.
Expresen sus sentimientos con calma y cuanto antes,
de ser posible el mismo día. (Principio bíblico: Efesios
4:26.)

No se precipiten a pensar que su cónyuge tiene malas
intenciones. Lo más seguro es que ninguno haya querido
herir al otro. Pídanse perdón por cualquier daño
que se hayan causado y hablen sobre lo que pueden hacer
para que no vuelva a ocurrir. Sigan este consejo bíblico:
“Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente
compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros”
(Efesios 4:32).

Sean realistas. La Biblia reconoce que los matrimonios
tendrán problemas (1 Corintios 7:28). Así que cuando
surja alguno, no concluyan que casarse fue un error.
Resuelvan las diferencias juntos y “continúen soportandose (...) y perdonandose (Colosenses 3:13)

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