MUCHAS personas han oído hablar del jardín de Edén y de Adán y Eva, pero nunca han leído ese relato directamente de la Biblia.¿Por qué no hacerlo ahora? Encontrará la historia completa en Génesis 1:26–3:24. En resumen, esto fue lo que sucedió:
Jehová creó al primer hombre del polvo del suelo, le puso por nombre Adán y lo colocó en un gran jardín, o parque, situado en cierta región llamada Edén. Dicho jardín, que Dios mismo preparó, contaba con agua en abundancia y numerosos árboles que daban frutos deliciosos. En el centro,Dios puso “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, y prohibió comer de su fruto bajo pena de muerte.
Un día tomó una costilla de Adán y con ella creo a Eva, la primera mujer. Luego les encargó cuidar del jardín, tener hijos y poblar la Tierra.
Más adelante, mientras Eva estaba sola, una serpiente le habló y le propuso comer el fruto prohibido. Según dijo, el Creador había mentido y le estaba ocultando algo que le convenía saber: que ella podía llegar a ser como Dios. Eva cayo en la trampa y comió del árbol. Adán también desobedeció a Dios. A continuación, Jehová dicto sentencia contra Adán, Eva y la serpiente. La pareja fue expulsada del Paraíso, y unos ángeles bloquearon la entrada.
En el pasado, la mayoría de los historiadores y eruditos bíblicos defendían la veracidad de este relato. Sin embargo, en la actualidad, lo que esta a la orden del día es el escepticismo. Pero ¿que objeciones se plantean? A continuación responderemos a cuatro preguntas muy comunes.
1. Si el jardín de Edén era un lugar real, ¿donde estaba?
Durante siglos, los teólogos especularon con la posibilidad de que el Paraíso siguiera existiendo en algún lugar. Pero en cierto momento, la Iglesia adopto las ideas de filósofos griegos como Platón y Aristóteles, que afirmaban que la perfección no puede existir en la Tierra. Por eso, los teólogos concluyeron que el Paraíso debía de estar en algún lugar mas cercano al cielo. Unos sostenían que se encontraba en la cima de una montaña tan alta que superaba los confines de este corrupto planeta; otros apuntaban a alguno de los dos polos, y otros, a la Luna. Como resultado, la historia del Paraíso termino rodeándose de un halo de ficción y fantasía. Tanto es así que algunos especialistas de la actualidad consideran absurda toda referencia geográfica al jardín de Edén y aseguran que jamas existió. Pero la descripción que la Biblia hace del Paraíso es muy diferente. Por ejemplo, en Génesis 2:8-14 se proporcionan detalles concretos acerca de su localización: se dice que estaba situado en la zona oriental de una región llamada Edén y que recibía agua de un río que luego se dividía en cuatro. Ademas, se da el nombre de cada río y una breve explicación sobre su curso. A lo largo de la historia, muchos estudiosos se han devanado los sesos buscando en este pasaje alguna pista para encontrar el Paraíso original. Pero lo único que han obtenido ha sido un sinfín de teorías incompatibles entre sí. ¿Significa eso que la descripción bíblica del jardín de Edén y de sus ríos no es real y que todo es simplemente un mito?
No nos precipitemos. Para empezar, hay que recordar que los hechos de los que hablamos ocurrieron hace unos seis mil años. Y cuando Moisés los puso por escrito —tal vez basándose en relatos orales o en algún documento de la época—, ya habían pasado alrededor de dos mil quinientos años. De modo que el relato que escribió era historia antigua incluso para el. ¿Es posible que la Tierra haya cambiado con los siglos? Claro que sí. La superficie del planeta está en continua transformación. De hecho, el lugar donde posiblemente estuvo Edén forma parte de una zona de gran actividad sísmica: en ella se produce el 17% de los terremotos de mayor magnitud. Ademas, no olvidemos que el Diluvio, una catástrofe de origen divino, debió de ejercer un efecto inimaginable en la topografía del planeta. Por tanto, es muy probable que los ríos y demás accidentes geográficos de la región hayan cambiado mucho con el paso de los siglos.
Lo que esta claro es que en Génesis se habla del jardín de Edén como un lugar real. Dos de los cuatro ríos mencionados en el relato —el Éufrates y el Tigris, o Hidequel— siguen existiendo en la actualidad, y algunos de sus afluentes están muy próximos entre sí. Ademas, se citan por nombre los lugares por los que transcurrían, así como los recursos naturales característicos de cada zona. Sin duda, todos aquellos datos les sonarían muy familiares a los israelitas de la antigüedad, a quienes originalmente iba dirigido el relato. Los cuentos y leyendas no suelen ser exactos ni específicos en sus detalles.Mas bien, evitan suministrar datos que puedan verificarse. Muchos comienzan diciendo: “Erase una vez en un lugar muy, muy lejano...”. En cambio, la narración del jardín de Edén incluye detalles concretos importantes, lo cual es propio de un relato histórico.
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